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¿Duendes en Hueyapan, Morelos? Sí, cuidan el agua y les llevan ofrenda

Dulces, fruta, cigarros, tequila… la ofrenda incluye lo que sea necesario para mantener contentos a los duendes que cuidan el agua del manantial que abastece a miles de personas en la zona de Los Altos de Morelos.
Se trata de una tradición que inició hace 50 años, cuando los pobladores de los municipios morelenses más cercanos al volcán Popocatépetl comenzaron a instalar mangueras de plástico para llevar el agua de los manantiales hasta sus comunidades.
Las mangueras, que cruzan entre cerro y cerro en ocasiones se obstruyen.
Para los pobladores de Hueyapan, un municipio indígena de la región, la obstrucción se debe a que los duendes, conocidos por los habitantes de la zona como “aires”, no les gusta que se lleven su agua a través de las mangueras y entonces impiden que fluya.
Don Esteban Gerardo Pérez González, integrante del Consejo Mayor de Hueyapan, asegura que cuando eso ocurre, a través de sueños los duendes le informan sólo a algunos pobladores qué es lo que quieren a manera de ofrenda para permitir que el agua fluya a las comunidades.
“Yo he venido aquí en el lugar de este manantial para hacer el ritual de que emanen bien las aguas, que vayan a los campos para que se rieguen bonito. Este ritual para que las aguas no se terminen y para que tengan un bien funcionamiento en los campos”, explica Don Esteban el ritual de manera general antes de enfocarse en el tema de los duendes.
“Se empezó prácticamente estos rituales que se hacen, aunado junto con el castellano, vamos a decir, lo que es la religión católica, pero esto viene de años atrás, pero ahora lo estamos haciendo desde que apareció la manguera aquí en nuestra comunidad que es de los años 70 más o menos, de ahí ya se viene haciendo estos rituales para que las aguas sigan fluyendo”.
Según la tradición, una vez que el paso del agua se bloquea por las mangueras, en muchas ocasiones producto de bolsas de aire generadas en el interior, algunos pobladores comienzan a soñar con los duendes.
Eso significa que es hora de llevarles una ofrenda.
“Traemos fruta, traemos dulces, galletas, traemos un poquito de vino para ofrendar a los aires, nosotros decimos los aires, en castellano prácticamente se dicen duendes. Entonces todos los que cuidan aquí son a los que les venimos a ofrecer esta ofrenda para que de esa manera ellos nos ayuden a conservar las aguas. Sucede de repente que los airecitos no están conformes de llevarlo el agua por manguera, entonces lo que hacemos es pedirles a que nos ayuden a que lleguen a los campos.
“Sí ha sucedido, de repente como les decía hace un rato, las mangueras de repente se obstruyen, ya no pasa el agua y ahí se hacen unas bolsas de aire y esas bolsas de aire ya no lo dejan pasar, entonces cuando ya se les hace su ritual y sus rezos, sus alabanzas y se les da la ofrenda, entonces empieza a fluir nuevamente”, cuenta Don Esteban.
Alrededor de las 9:00 horas un grupo de aproximadamente 15 pobladores de Hueyapan se concentran en el centro de la comunidad.
Llevan consigo la fruta, dulces, flores y cruz para la ofrenda.
También un anafre, carne, frijoles, refrescos, cervezas y tequila para convivir una vez que concluye el ritual.
Desde el centro de Hueyapan a bordo de tres camionetas avanza el grupo hasta llegar, 5 kilómetros después, al manantial de Xantamalco.
Algunos integrantes del grupo descienden por la ladera de una barranca hasta llegar al manantial, mientras que otros preparan todo para el convivio que sigue al ritual.
En una de las paredes de la barranca, los pobladores colocan una cruz adornada, las flores y la fruta que pidieron los duendes.
“Aquí va cambiando porque no siempre puede ser la misma cosa, entonces cada ciclo pues se tiene que cambiar y así venimos haciéndolo, ya tiene varios años”, comenta Don Esteban.
Poco a poco comienzan a llegar otros grupos de habitantes de la zona al manantial.
Cada grupo instala su ofrenda en distintos puntos del manantial.
Don Esteban es uno de los pobladores que tiene el don de comunicarse con los duendes, por eso es quien encabeza el ritual y el rezo de un rosario.
Incluso en alguna ocasión, asegura, los ha visto.
Cuenta que puede hacerlo porque de niño le cayó un rayo.
“Yo hace muchos años, cuando era yo niño, me pegó un rayo y después de ahí empecé en sueños a obtener esa comunicación con los aires, entonces de ahí proviene y ya más adelante ya cuando apareció la manguera pues ya venimos hasta acá, pero anteriormente se ha hecho en otras partes también los rituales.
“Aquí principalmente cuando necesitan a que nosotros vengamos entonces me dicen qué es lo que les vamos a traer, qué es lo que se les ofrece, vamos a decir, para ofrecerles aquí una fruta, unos dulces, unas galletas”, comenta.
En el ritual no solo se pide por el agua de los pobladores de Hueyapan, sino por su abasto en todo el mundo.
“Aparte de eso también pido que todos los manantiales, que todos los ríos, los mares, los bendiga Dios para que de esa forma no falte en todo el mundo, no nada más aquí, sino que en todo el mundo”, asegura.
Cuando concluyen los rezos, los participantes beben agua del manantial y comparten un poco de tequila.
Con los duendes contentos con su ofrenda, los pobladores salen de la barranca y un llano, en medio del bosque, celebran que el agua volverá a fluir a través de las mangueras.

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