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Considerado como un ritual sagrado de sanación físico y espiritual desde la época de nuestras civilizaciones prehispánicas, el temazcal ha jugado un importante papel dentro de la medicina alternativa en nuestra cultura.
Originalmente, este era utilizado por las mujeres que acababan de dar a luz para sacar el frío y las toxinas de sus cuerpos; de esta manera se recuperaban rápidamente, y al amamantar, la leche era buena para el bebé. También se usaba con fines ceremoniales y de iniciación para los guerreros y sacerdotes. La palabra temazcal tiene los significados: “Baño en casa”, “Lugar del florecimiento después del parto” y “Lugar donde se tatema la gente”.
Puede tener forma de casa o de iglú simulando el regreso al origen de la vida o al vientre materno desde donde se curan los males a través de los cuatro elementos de la madre naturaleza: tierra, agua, aire y fuego, así como a través de cánticos y de la oración.
Antes de ingresar al temazcal, el humeante copal, con su delicioso aroma, llena y purifica el ambiente a fin de limpiar el aura de las personas, y así pedir permiso al viejo espíritu de sanación para entrar. Se hace una reverencia con la frente en el piso y se ingresa siguiendo un camino de izquierda a derecha simulando el trayecto de las manecillas del reloj, ésto como señal de respeto a los ciclos de la naturaleza.
Una vez adentro, se hacen oraciones de agradecimiento y se mojan con té las hierbas aromáticas que sueltan el vapor con cualidades específicas que permitirán la sanación del cuerpo y la mente a través del calor, acompañados por cánticos dedicados al creador, a la madre naturaleza, a la alegría, a la voluntad, al cuerpo, al agua, al aire, a la tierra, al fuego, entre otros.
Estas hierbas medicinales pueden curar una gran variedad de enfermedades como la diabetes, hipertensión, la gota, la migraña e incluso mitigar los síntomas del cáncer, por mencionar algunas debido a la fuerte liberación de toxinas y sanación emocional.
Cabe señalar que los cánticos se realizan acompañados por instrumentos rudimentarios para armonizar la atmósfera, y para que el vapor que sueltan las hierbas, penetren al cuerpo con mayor profundidad al momento de respirar. Esto permite además una alabanza a la naturaleza que también canta a través de las aves, los ríos, el mar, el movimiento de las plantas y que nos hace recordar que formamos parte de un equilibrio ligado con el universo y la madre Tierra a los que debemos respetar porque de esto depende nuestra armonía física y mental.
