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OCHO COSAS SORPRENDENTES QUE QUIZÁS NO SEPAS SOBRE TU PERRO

1.- En el principio, fueron lobos

El primer antepasado del perrito de compañía que parece un peluche, te sigue a todas partes y se acurruca en tu regazo fue un lobo salvaje. Una fiera capaz de cazar grandes animales, incluso crías de mamut si se lo proponía. Hace al menos unos 18.800 años, esos lobos, quizás ejemplares jóvenes inexpertos o los más curiosos y atrevidos, comenzaron a merodear a los humanos, atraídos por los restos de animales muertos que dejaban a su paso. Esa primera relación salió adelante y tanto lobos como seres humanos encontraron ventajas en vivir juntos. Las bestias comenzaron a ser domesticadas y surgieron los primeros perros, que con el tiempo hemos transformado a nuestro antojo. Posiblemente fueron utilizados por nuestros antepasados con fines prácticos como la ayuda en la caza y solo comenzaron a ser considerados mascotas hace unos 2.000 años.

Como afirma Robert Wayne, de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), coautor de un estudio sobre los orígenes de los perros publicado en Science, «el lobo es la primera especie y el único gran carnívoro que los seres humanos hemos domesticado».

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2.- Fueron domesticados por cazadores europeos

Hasta hace poco, se creía que los perros habían sido domesticados por primera vez en las comunidades agrícolas de Oriente Medio, pero una nueva investigación genética, en la que participaron investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y que ha sido publicada recientemente, señala que los primeros perros fueron domesticados en Europa por cazadores recolectores hace entre 18.800 y 32.100 años.

El estudio analiza el ADN mitocondrial de 18 cánidos prehistóricos de Eurasia y América, hallados en yacimientos y cuevas de Bélgica, Rusia, Suiza, Estados Unidos, Alaska, Argentina y Alemania, y lo compara con perros de muy diversas razas, lobos y coyotes modernos. El análisis descubrió que los perros modernos emparentaban más cercanamente con los cánidos prehistóricos europeos, incluidos los lobos.

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3.- Hay tanta mezcla que todas las razas son modernas

A pesar de que algunas razas modernas se asemejen mucho a aquellas descritas en las pirámides egipcias o en textos antiguos, los perros actuales tienen poco que ver genéticamente con sus ancestros, incluso con los que vivieron hace unos pocos cientos de años. El motivo, según una investigación dirigida por científicos de la Universidad de Durham, es la práctica habitual de mestizaje, hasta el punto de que ninguna raza actual puede denominarse antigua.

El cruce de razas durante miles de años ha hecho que sea extremadamente difícil rastrear las antiguas raíces genéticas de los ejemplares de hoy en día. Genéticamente, las razas modernas tienen poco en común con sus antepasados. Incluso razas como la Akita, la Afgana y la rarísima china Shar-Pei, que han sido clasificadas como «antiguas», no están más cerca de los primeros perros domésticos que las otras. «Todos los perros han sido sometidos a cantidades significativas de cruces hasta el punto de que todavía no hemos sido capaces de rastrear todo el camino de vuelta a sus primeros antepasados», dice Greger Larson, biólogo evolutivo de Durham.

Varias razas, entre ellos los Basenji, Saluki y dingos, poseen una firma genética distinta, pero no a una herencia directa de los perros antiguos, sino porque han permanecido aislados geográficamente y no formaban parte de las asociaciones de criadores (los Kennel Clubs) que se iniciaron en el siglo XIX y que crearon la mayoría de las razas que hoy tenemos como mascotas.

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4.- También nos los comíamos

El mejor amigo del hombre no solo ha proporcionado protección, compañía y ayuda en la caza, también ha servido de plato del día desde el principio. Un fragmento de hueso del que puede ser uno de los primeros perros domesticados en América fue encontrado por unos investigadores de Universidad de Maine en una muestra seca de excrementos humanos de hace 9.400 años en la región de Lower Pecos (Texas).

Debido a que el hueso apareció en el interior de una pila de excrementos humanos y que mostraba el característico color anaranjado-marrón que adquiere el hueso cuando ha pasado a través del tracto digestivo, el fragmento proporciona la primera evidencia directa de que los perros fueron devorados por los seres humanos e incluso pudieron haber sido criados como fuente de alimento.

Posiblemente, el fragmento pertenece a un perro callejero de pelo corto y nariz chata, que eran comunes entre los indios de las Grandes Llanuras. A juzgar por el tamaño del hueso, el perro pesaba alrededor de 10 ó 13 kilos.

Los autores del estudio no consideran sorprendente que los perros fueran una fuente de alimento para los seres humanos. Una gran cantidad de personas en América Central comía perros regularmente. En las Grandes Planicies, algunas tribus de indios comían perros cuando el alimento era escaso o para algunas celebraciones, como una práctica aceptada.

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5.- Si mueve la cola hacia la derecha, está contento

En un curiosísimo estudio, científicos de la Universidad de Trento llegaron a la conclusión de que si un perro mueve la cola hacia la derecha, significa que está contento o siente emociones positivas, pero si lo hace hacia la izquierda, son negativas. Este comportamiento demuestra que los canes, como los humanos, tienen cerebros organizados asimétricamente, en los que los lados derecho y izquierdo juegan diferentes roles.

Para los autores del estudio, el meneo diferente de los perros refleja lo que sucede en su cerebro. La activación del hemisferio cerebral izquierdo produce un meneo a la derecha, y la activación del hemisferio derecho produce un meneo a la izquierda. El estudio demuestra que esta diferencia en el movimiento de la cola no pasa desapercibida para los otros perros, que reaccionan de forma distinta según un lado u otro.

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6.- Confunde la pelota con una zapatilla por una razón

¿Por qué tu perro te trae un muñeco o una zapatilla cuando tú le has lanzado la pelota? La explicación es que los perros aprenden a asociar las palabras con las cosas de forma diferente a cómo lo hacemos los humanos. Si para nosotros la pelota es básicamente un objeto redondo, para ellos no es su forma lo que la define, sino su textura y tamaño, según una investigación de la Universidad de Lincoln (Reino Unido). Por ese motivo, una pelota puede ser confundida fácilmente con otro objeto.

A pesar de que el perro entiende la orden «Coge la pelota», puede pensar en el objeto de una manera muy diferente. Como explican los autores, «cuando la forma importa para nosotros, el tamaño o la textura importan para el perro. Este estudio demuestra por primera vez que hay una diferencia cualitativa en la comprensión de las palabras en el perro en comparación con los humanos».

7.- Tan atento a lo que le dices como un bebé

Una investigación publicada en la revista Current Biology sugiere que la receptividad canina para la comunicación humana es sorprendentemente similar a la de los niños de 6 meses a 2 años de edad.

Los perros no solo captan las palabras que decimos, sino también nuestra intención. «Evidencias crecientes apoyan la idea de que los seres humanos y los perros comparten algunas habilidades sociales, y el funcionamiento social-cognitivo de los perros se asemeja al de un niño de 6 meses a 2 años de edad en muchos aspectos», explica József Topal, responsable de la investigación. «La utilización de señales ostensibles es una de estas características: los perros, así como los bebés humanos, son sensibles a las señales que indican la intención comunicativa». Esas señales incluyen el abordaje verbal y el contacto visual.

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8.- El más listo sabe mil palabras

Es una hembra de border collie llamada «Chaser» se hizo famosa hace un par de años por ser capaz de reconocer los nombres más de mil objetos. El animal realizaba entrenamientos diarios de cuatro o cinco horas en el Wofford College, en Carolina del Sur (EE.UU.). El vocabulario de Chaser incluía, entre otras voces, almohada, anfibio, canguro, tentáculo, pirámide, serpiente, mariposa, monstruo y zombi.

Otro perro de la misma raza, «Rico», perteneciente al Max Planck Institute de Alemania, ostentaba el récord de más palabras memorizadas con 200. La retención memorística de Chaser supera, incluso, los alcances cognitivos del famoso loro «Alex», que podía identificar objetos, números, colores y formas, así como distinguir entre «grande» y «pequeño», «igual» y «diferente».

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