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AGRADECE NARRO LETRAS DE ORO DE LA UNAM EN CONGRESO

Deseo en primer término agradecer al Honorable Congreso del Estado de Morelos, la distinción que le concede a la Universidad Nacional Autónoma de México al inscribir su nombre en el Muro de Honor de este recinto. En nombre de nuestra comunidad, de los académicos, estudiantes y trabajadores, de los actuales y de todos quienes han pasado por sus aulas y programas a lo largo de la última centuria, les transmito nuestro más sincero y profundo agradecimiento. Al diputado Arizmendi, iniciador de esta propuesta, muchas gracias

Sin duda alguna, esta ceremonia quedará inscrita en la memoria histórica de nuestra institución. Qué mejor forma de acercarnos a la culminación de los festejos de nuestro centenario como Universidad Nacional, que acudir a reafirmar el lazo con los estados de la federación. De esta forma corroboramos una vez más el tino de las palabras de nuestro fundador, el maestro Justo Sierra.

En efecto, el proyecto que Sierra definió permitió crear una institución que contribuyó a que el país se modernizara, a que transitara del México decimonónico al que hoy tenemos. Aquella «inmensa obra de cultura» que Sierra definió, conserva el vínculo primigenio con la nación que le dio origen. Con toda ella y con cada una de sus partes, con cada una de las 32 entidades federativas. Como hace un siglo, hoy tienen vigencia los valores y principios que la Universidad ha enarbolado, los compromisos que la han unido con nuestra sociedad.

A lo largo de su historia la UNAM ha sido una institución fundamental en la vida de México. Ha preparado a buena parte de los dirigentes del país en todos los sectores; ha generado nuevo conocimiento para entender mejor los asuntos de interés nacional y universal; ha sido casa de cultura, de creación y de difusión. Por otra parte, ha sido capaz de influir en el cambio social, en la construcción de nuestro sistema democrático y en la edificación del régimen institucional del que disfrutamos.

Para el cumplimiento de sus tareas, la UNAM cuenta con instalaciones en el Distrito Federal y en 26 de los 31 estados de la República. Para ello, ha establecido convenios de colaboración con todas las universidades públicas y cuenta con polos de desarrollo académico en diferentes entidades federativas, el más reciente en León, Guanajuato. Uno más y, muy importante, se localiza en Morelos, donde desde 1982 la UNAM y la UAEM comparten un esfuerzo conjunto para consolidar la universidad pública. En el estado, la UNAM tiene más de 400 académicos en seis entidades. Con esta relación ambas universidades han crecido, se han fortalecido y son muestra de colaboración interinstitucional.
Compartimos el compromiso de acompañar la iniciativa para consolidar el parque de desarrollo tecnológico y científico.
Nuestra casa de ciencia y de cultura estudia los problemas nacionales y hace propuestas para su resolución, por que así se indica en la Ley Orgánica. Lo hacemos en virtud de que consideramos que el conocimiento no es neutral, que tiene una responsabilidad social. Nos asumimos como parte de la conciencia crítica del país, ya que además de puntualizar los problemas, se proponen soluciones.

Por eso, en repetidas oportunidades, desde nuestra institución hemos hecho notar los problemas que se viven en el país en materias como educación, ciencia, seguridad, el modelo de desarrollo, juventud, hacienda pública o respecto de la manera de impartir justicia, entre muchos otros.
Para los universitarios la pluralidad es una fortaleza. Tenemos la seguridad de que las diferencias, cuando son planteadas de forma madura e inteligente, generan avances significativos. Por eso estamos convencidos de que, la que se registra en los congresos federal y estatales y que refleja las condiciones que prevalecen en nuestra colectividad, debe ser vista como una fortaleza y no como un problema a resolver.

Por supuesto que esa pluralidad debe rendir beneficios a la población. Para conseguirlo, los legítimos intereses particulares de partidos y grupos deben someterse a los de la nación. Esto es particularmente válido en estos tiempos complejos que azotan al país. Desde esta alta tribuna reconozco la solidaria postura de todos los grupos parlamentarios con los que sostuvimos reuniones de trabajo, para analizar la propuesta elaborada desde la Universidad con el objeto de superar las condiciones de inseguridad que nos afectan.

Vivir en libertad es uno de los logros del país. Sin embargo, es mucho lo que falta por alcanzar. Para ello se debe fortalecer nuestro sistema democrático. Esto implica un compromiso decidido de todos en la lucha contra cualquier forma de autoritarismo, además de concebir a la educación como la herramienta de superación social y por tanto de concederle la más alta prioridad política y presupuestal.
En este sentido es mucho lo que todavía tenemos que hacer. Hay problemas, son muchos, muy profundos y de toda la vida, pero tienen solución. Para resolverlos, lo primero que se requiere es reconocerlos. ¿Quién puede estar tranquilo por ejemplo, cuando sabemos que el promedio de educación de nuestra población apenas supera los ocho años? ¿Hay alguien que esté satisfecho de que tengamos más de 33 millones de mexicanos de 15 años y más que viven en condiciones de rezago educativo?

Por supuesto que deben inquietarnos las cifras de baja cobertura de educación media superior y superior que hemos alcanzado. Esto se agudiza cuando vemos que nos hemos quedado atrás del promedio de América Latina. De igual manera, tenemos que coincidir en que los resultados de las distintas evaluaciones en materia del manejo de las capacidades de lectura, escritura y dominio del lenguaje numérico, de nuestros niños y jóvenes, nos hablan de que algo muy grave está pasando
Nuestro sistema público de educación superior debe servirnos como ejemplo de lo que tenemos que hacer. Existen problemas, los reconocemos, pero se ha caminado, pero en la dirección correcta. Hay que acelerar el paso y profundizar los esfuerzos de superación, pero la ruta es la indicada. En ese espacio está la Universidad Nacional Autónoma de México. Ahí seguiremos contribuyendo a la tarea. El compromiso no termina y si acaso sólo se renueva.
Desde luego, manifestamos nuestro interés por la propuesta de la diputada Ibarra para analizar la realización de un congreso nacional interparlamentario de educación.
Nadie debe dudarlo, la gran tarea de construir un desarrollo más justo pasa por la educación, la ciencia y la cultura, por el impulso a las artes y la innovación. Este debe ser el tiempo para conseguir un acuerdo y edificar una verdadera política de estado en la materia. Para ello debemos inspirarnos en mexicanos ejemplares que supieron responder a los retos de su tiempo y en las instituciones que edificaron.

La sociedad entera debe saber que en el cumplimiento de la tarea cuenta con la Universidad de la Nación y con los universitarios de México. Este acto de reconocimiento que recibe nuestra casa de estudios y que agradecemos en todo lo que vale, únicamente acentúa nuestro compromiso. Seguiremos trabajando con entusiasmo y con todos los protagonistas de la población, con el único propósito de aportar a la tarea colectiva de tener una nación más próspera y justa. Ese ha sido el signo de la UNAM. Ese es nuestro destino.

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